jueves, 16 de diciembre de 2010

SANTA BARBARA Y LOS MASAJES

Dice el refrán que "Sólo nos acordamos de Sta Bárbara cuando truena". Puede que tenga razón. De hecho tiene razón.

Con los fisioterapeutas sucede algo similar. No somos santos pero sólo se acuerdan de nosotros cuando es tarde, cuando el problema ya está instalado y bien instalado.
Esguinces, contracturas, dolores de hombro, manos que se duermen, piernas más hinchadas que si fueran botijos, etc.
Sin embargo, cuando todo va bien no aparecemos ni por asomo. No digo que vengáis a darnos charleta, o las gracias, o decir que bien vamos. Quizá sólo hablo de prevención. Pero os alejáis como si fuéramos uno de los jinetes del apocalipsis.
Y os dejáis embaucar por palabras, por técnicas, por gentes ajenas. Técnicas que suenan orientales y por ello milenarias. Aplicadas por "auténticos orientales". Como si por ser chino ya supieras medicina tradicional china (lo reconozco, soy española y no se bailar sevillanas).
O cantos de sirena, como masajes a "seis manos" ¡SEIS! La sala más bien será el camarote de los hermanos Marx. Y si encima te lo dan con la pareja al lado, la leche vamos. Obviamente todo se paga. Y por eso estás dispuesto a pagar más de 200 €. Cuando mi sesión de fisioterapia te resulta carísima y me regateas como si fuera el rastro -no llegando a la cuarta parte de ese coste-.
Dispuestos a ello, podrías pedirme a mi un masaje relajante general. Se de lo que hablo, pues estudié, entre otras técnicas de fisioterapia, técnicas para relajar y eliminar los excesos del estrés y la vida moderna. Y, aunque soy occidental, consigo buenos resultados. Y con menos manos.
Si confías en mi, cuando tienes un problema, un dolor, una limitación, hazlo cuando te quieres dar un homenaje. Da una oportunidad a la prevención.

domingo, 12 de diciembre de 2010

PALABRAS NO DICHAS

Algunas veces, nos quedamos con determinadas cosas dentro, no hablamos y ¿Os habéis preguntado dónde van las palabras no dichas? No preguntamos, no contradecimos, no paramos los pies, no protestamos, no vemos solución ni salida. No lo vemos, no podemos o no queremos.
Algunas veces, no damos "pista" a sentimientos, temores, ideas, que nos asustan, que nos agarrotan. Problemas con la familia, con los amigos, con el trabajo. Pérdidas de mayor o menor intensidad. Existen miedos reales o imaginarios, a perder el trabajo, a equivocarnos, a perder a los que amamos. Miedo a fantasmas del pasado.
¿Dónde van todas las palabras que componen este diálogo, realmente este monólogo? No hablo de los locos de atar, ni de terminar oyendo vocecitas. Hablo de todos nosotros en un momento dado. O en distintos momentos de nuestra vida.
Pues muchas de esas palabras atragantadas llegan a las consultas médicas, de enfermería o de fisioterapia. Vienen envueltas en problemas de espalda, dolores de estómago, trastornos del sueño o del intestino, malas digestiones, etc.
Y nosotros podemos tratar el síntoma. Podemos descontracturar la espalda y devolver la movilidad al cuello. Con mis manos puedo solucionar problemas digestivos y regularizar el movimiento y la tensión de las válvulas. Puedo relajarte y hacer que ceda esa presión en la cabeza.
Puedo hacer muchas cosas.
Pero muchas veces hice más escuchando. Tu silencio o tu huracán de palabras. No soy tu psicóloga, ni lo intento, ni lo buscas. Pero algunas veces solucionamos más dando la opción de verbalizar muchas cosas. Dejando que se expulsen palabras como demonios.
Alguna vez he secado lágrimas, he leído palabras en el aire de la consulta. No te puedo dar armas para afrontar esas cosas, pero te he ayudado con mis manos y con mi escucha.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

EL MACGYVER DE LAS AYUDAS TECNICAS

Con los años, o la evolución de las patologías, nuestro organismo se deteriora. Y no siempre nos damos cuenta o queremos reconocerlo. 
De manera voluntaria o involuntaria, los objetos empiezan a adquirir una nueva función: la de ayuda técnica.
Pongamos como ejemplo los problemillas a la hora de desplazarse. Por casa o por la calle, que hay para todo. Cuando tenemos esos dolores, esas limitaciones, esas pequeñas "cosas" hacen que inconscientemente  adaptemos el entorno.
Paraguas, carros de la compra, sillas de despacho, etc., con buenas ayudas puntuales para llegar al salón, subir las escaleras o volver desde la tienda de ultramarinos. Son pequeñas ayudas puntuales, que si no son frecuentes tampoco hay que dar mayor importancia. Todos hemos estado tan cansados que hemos utilizado estos artilugios como ayuda, aunque seamos unos mozalbetes.
Pero no debemos olvidar nunca, que estos pequeños pluriempleados no han sido diseñados para esas nuevas responsabilidades.
No han sido diseñados para esos esfuerzos. Soportar la lluvia y el viento no asegura la fuerza suficiente para apoyar nuestro peso en cada escalón. Las sillas de despacho con ruedas no disponen de frenos que aseguren que no se moverán al levantarnos o sentarnos. Los ejes de las ruedas del carrito de la compra tienen un tope de peso a soportar, aún sólo con la compra, se irán combando.
Han sido diseñados para unos usos distintos. Al utilizarlos de manera inadecuada, ponemos en riesgo nuestra salud.

No nos juguemos nuestra salud.


Bastón común: 12 €
Andador sencillo: 43 €
Muleta: 9 €