
Y le oigo como presenta "Y este es el gimnasio, donde vendrá a hacer la fisioterapia". Y se queda más ancha que larga. El personal asoma la cabeza, mira sin saber muy bien qué hacer y se van todos a otra parada de la visita turística.
No hago caso ya de la mala educación. No sólo no saludarme, ni presentarme, o directamente hacerme el vacío. Tampoco da un toquecito a la puerta. Ni se cuida de lo que pueda estar pasando de puertas para dentro.
Lo que me fastidia es la expectativa que crea. Me consta que ha llegado a decir que vendrían diariamente a ser tratados por mi. Está claro que la gente pregunta por la fisioterapia que hay en el centro, si es que hay. A las familias les preocupa. Ya bien sea por complejo de culpa por "abandonar" a su familiar en una residencia, bien sea porque lo consideran vital, bien sea porque cuanto más haya mejor.
Me fastidia porque sólo hay una fisioterapeuta. Porque tengo una técnico media jornada al día. Si falta, aquí nadie aparece para echar una mano, ni está programado por los superiores, faltaría más. Porque todos los usuarios de la residencia se beneficiarían de un programa personalizado que no abarco.
Me fastidia porque la administración queda estupendamente, ofertando una residencia con fisioterapia -se les llena la boca-. Incluso pasan por los departamentos para hacerse la foto y aparecemos en las revistas.
Me fastidia porque lo que puedo conseguir, se ve mermado en gran medida por esa limitación de personal.
Me fastidia porque somos estupendos y maravillosos, y conseguimos que la gente vuelva a caminar, que coman, que se rasquen, que se levanten de la silla, que se mantengan derechos en la silla de ruedas, etc. Pero no tan maravillosos como para que se intente mejorar el departamento -me refiero a algo más que no sea decirme "tenemos que estar a la altura de los nuevos retos" Porque ya lo estoy intentando desde que entré y me responsabilicé.
Me fastidia porque cuando no doy a basto y un residente o un familiar se quejan con/sin razón, la solución es una orden de dirección diciendo que he de tratar a no-se-quién o aplicar no-se-qué cosa. Sin pedir opinión, sin preguntar, y casi sin hablar.
Me fastidia y me aguanto. Lo que no se es hasta cuando... Si hasta jubilarme, hasta que me echen, o hasta mañana mismo (si me toca una primitiva de las buenas).