lunes, 5 de agosto de 2013

PABLO-PACIENTES. O CUANDO EL PROBLEMA HAY QUE HABLARLO

Han vuelto Pablo, sus tratamientos, sus pacientes, sus amigos y "sus cosillas". En Twitter nos echamos unas risas, a costa de ciertas "licencias" de los guionistas. Unas veces se nos saltan las lágrimas de pura envidia -¡Cómo duelen esos 90€ por sesión! que no hemos superado todavía-. Otras veces se nos afila el humor con su forma de diagnosticar. Y esa extraña manía de curarlo todo con masajes -da igual que sea una persona parapléjica, una contractura, un hematoma perdido por el sistema nervioso, etc. No sabemos si son sus manos, su técnica o esa maravillosa crema.

El caso es que si que tengo algunas cosas en común con el personaje. Los líos de sábanas... NOOOOOOO. Tampoco la nómina, la casa, el uniforme... NOOOO. Algún perfil en los pacientes.

Hace unos años, un médico de sociedades médicas, se quejaba de la superficialidad de la relación médico-paciente. Que en consulta tan simpáticos y próximos y fuera ni le saludaban. Puede ser, todos cambiamos si nos quitamos el pijama. No siempre se nos reconoce. También hay que pensar que en consulta hemos de contar cosas que pueden resultar incómodas fuera. No deja de ser el médico.

Pero me resultaba relativamente extraña esa visión, desde el punto de vista de la relación fisioterapeuta-paciente. Porque mi experiencia es bien distinta. Pacientes que te quieren invitar al café, o acuden a la consulta sólo con la intención de presentarte al hijo recién nacido. Incluso pacientes que te invitan oficialmente a su boda.

 Y eso tiene relación con el tiempo que pasamos con nuestros pacientes. Un tiempo que les dedicamos a ellos solos. No todos, pero si muchos. 

Por el propio perfil de nuestro trabajo. Por el contacto íntimo que requiere nuestra actuación. Porque ya no nos tocamos y, delante del fisioterapeuta hay que desnudarse. El fisioterapeuta "toca", aunque sea con un único dedo (#dedoconcept) sobre un punto doloroso.

Nuestro trabajo va a contracorriente. Ahora la gente se saluda de lejos, se dice "Eyyy, ¿Cómo vas?", esperando que NO se lo cuente. Y vamos nosotros y le decimos "señale" y, tras observar, palpamos, exploramos y tratamos.


Mientras, pasamos un buen rato mano a mano. Y la conversación fluye. Otras, no queda más remedio que preguntar por temas que superan la lesión. El origen -porque no tratamos sólo síntomas- está donde está y hay que buscarlo. No soy psicóloga y, por tanto, no ejerzo de ello. Pero escucho muchas cosas. Escucho muchos problemas. Y la sombra de "Pablo" crece sobre la pared del fondo.

Problemas físicos agravados por problemas laborales, familiares, de pareja. Por estrés que nos supera, por depresiones, por ansiedad. Me hablan de problemas de pareja, de suicidios, de madre-padre-pareja-hijo con problemas que no saben por dónde coger... Alguna lágrima ya he recogido.

En algunos casos, escucho y anoto. Porque el cuerpo no es ajeno, ni a los sentimientos, ni a las relaciones, ni a la cabeza -a esa mucho menos-. He aconsejado ponerse en manos de un buen profesional -porque es mi obligación derivar-. Hay que quitar hierro a visitar a un psicólogo/psiquiatra. 

Otras veces, trabajo y escucho.





6 comentarios:

  1. Muy buena reflexión, Olga. Me ha gustado mucho la forma en que lo has contado. Creo que todos nos sentimos identificados con lo que cuentas.

    Y que quede claro que no se trata de exrtalimitarnos en nuestras funciones, pero nuestra relación con el paciente, incluso con sus familias, nos lleva en muchos casos a obtener mucha información, que debemos saber manejar y derivar adecuadamente.

    un placer leerte, como siempre :)

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    1. Miguel tienes más razón que un santo. Hay cosas que nos cuentan, quizá lo cuentan por primera vez. Es material sensible, y no somos quién para manejarlo. Pero si tratamos las consecuencias.
      otras veces, no tiene nada que ver con nosotros, pero la situación hace que la gente se "abra".
      Quizá significa que no siempre tenemos a quien contar nuestras cosas.
      Hay cosas, muy sopesadas, que si podemos decir. Es más, que hemos de decir. Pero como bien dices, sin usurpar las funciones de otros.
      Gracias por tus palabras.
      Olga.

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  2. Me encanta, a veces olvidamos que lo qe os contamos os puede interesar.muchas veces pienso a ver qe digo para qe no piense qe soy una pesada,pones humanida en esas relaciones

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    1. Gracias "anónimo" por animarte a exponer la idea que trasciende desde "el otro lado" de nuestras manos. Porque, aunque también somos pacientes, nunca dejamos de ser fisioterapeutas y nunca es lo mismo.

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  3. Otra genialidad Olga. Tengo uno de mis múltiples borradores sobre este mismo tema, pero creo que ya me lo ahorro.

    Todos nos sentirnos identificados seguro.

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    1. Javier ¡Mira que pisarte la entrada! Que ojo tengo, jejeje.
      Pues, no se, puede que tu entrada pueda afinar un poco más. Piénsatelo.
      Un abrazo.
      Olga.

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