miércoles, 11 de julio de 2012

TROZOS DE PASADO AJENO (I)

Hace unos días, María pasó por el departamento. Con su andador, su caminar lento pero firme. No está incluida en grupo alguno de trabajo, pero sus visitas son siempre bien recibidas. Es una mujer agradable, cariñosa y educada. Nunca habla mal de nadie, nunca levanta la voz y sonríe con facilidad. 

Ese día, María cumplió 103 años. Que se dicen pronto. La felicité, abracé y besé. Sonrió y empezó a contarme.

"Hace muchos años, cuando yo era muy jovencita me hablaba con un muchacho. No llegamos nunca ser novios, ni nada. Pero nos conocíamos de siempre. 

Eramos vecinos en el pueblo y pasábamos mucho tiempo juntos. Un día me pidió salir y yo le dije que no.

- ¿Por qué no María?¿Me rechazas? - me preguntó.
- No, no te rechazo a ti -respondí- rechazo nuestras diferencias, nuestro distinto estatus - el era hijo de un comerciante, no era rico pero si con dinero y mi familia servía-.
- Pero María, mi padre no es rico. Tiene una tienda, grande si, pero somos siete hermanos. Somos muchos a repartir.

El caso es que no salimos, pero seguimos en contacto. 

Un día vimos que había un concurso de baile en el Casino del pueblo. Me invitó a ir. Pero yo le dije que no. Uy, yo no iba a ningún sitio sin que mi padre me autorizara ¡Menudo era mi padre!

- ¿Puede bailar conmigo María? - Le preguntó a mi padre.
- Por lo que la veo por casa - Respondió mi padre-, bailar baila y le gusta. Lo que no se es si te pisará. Por mi, podéis ir.

Fuimos al baile. Y ganamos. Para darnos el premio había que subir al escenario. Yo no quería:

- ¡Ay! Francisco, que me tiemblan las piernas. No me hagas subir.
- No seas tonta, yo te sostengo.

Y subimos a por el premio. Pero nunca salimos como novios.

Yo sabía que tenía una novia en el pueblo de al lado. Pero me decía que me quería a mi. El era veterinario y yo servía.

Un tiempo después, fui con mi padre al pueblo. Había que recoger unas cosas. Sólo íbamos para unas horas. Él vio que había baile en el casino y me animo a ir un rato.

Cuando llegué, nada más llegar, le vi al fondo de la sala. Y él a mi. Se vino a mi lado y me dijo:

- María, tú y yo tenemos que hablar. Pero muy en serio.
- Francisco ahora no puedo. Hemos venido para unas horas y nos volvemos a Madrid. Ahora no puede ser.
- Bueno, pues cuando vuelvas. Pero yo quiero hablar muy en serio contigo. Y no lo quiero dejar más.
- Vale. Pues la próxima vez que venga, quedamos y hablamos.

Así quedó la cosa.

Nunca más le vi. Le mandaron a la guerra. Le hicieron cavar su propia tumba y le pegaron un tiro."

¿Crees que sufrió?

- No, María. Eso fue una ejecución. Seguro que le pegaron un tiro en la cabeza y no se enteró ¿Cuántos años tenías?
- ¿Cuándo? 
- Pues el año del baile que ganaste y el último día que le viste.
- El baile... unos quince. El último día... veinticuatro.
- Hace mucho tiempo.
- Si."