miércoles, 15 de febrero de 2012

MIRADAS AJENAS


Algunas veces, en nuestro trabajo, recibimos la visita -más o menos duradera- de alumnos de diversos cursos o entidades. Por allí pasan chavales de varios colegios de la zona, alumnos de cursos de ayuda a domicilio, tuvimos alumnos de fisioterapia, enfermería y trabajo social.


Una de las visitas más breves es la de un licenciado en INEF, que está haciendo un master en trabajo social. Y ha pedido visitar todos los departamentos de la residencia, para poder conocer qué hacemos, cómo lo hacemos y con quién.

La inercia de los años y la experiencia, nos hace desconfiar de "observadores". Sentimos que nos espían, nos evalúan, nos critican, etc. Pero todo depende, en gran medida, en cómo veamos nosotros al observador.

Así que esta vez decidí coger el toro por los cuernos. Antes de que rotara por mi departamento, le propuse que preparara una actividad con usuarios de sillas de ruedas, con control de tronco y movilidad de los dos brazos - o uno solo-, sin gran deterioro cognitivo. 

Muy dispuesto, teniendo en cuenta que quiere centrar su trabajo sobre el envejecimiento activo, se preparó un programa. Pero mis abuelos son muy dados a ser de su padre y de su madre. Y cada uno trabajó de manera distinta. O directamente le mandó a freír gárgaras. 

Yo he recordado cosas que había dejado de trabajar con ellos y me ha dado un par de ideas. Él ha aprendido que no todos los abuelos son como los que llenan los viajes del INSERSO. Que el envejecimiento activo hay que adaptarlo a cada individuo. Y que se puede ser muy de "envejecimiento activo" y trabajar con mayores muy dependientes.

Al final, nos quedamos charlando y pusimos un montón de ideas en común. Es bueno hablar con gente que no hace lo mismo que tú, enriquece tu trabajo y tu vida.

Ambos nos llevamos que no hay que tener ideas precondebidas. Porque casi siempre son equivocadas.

lunes, 6 de febrero de 2012

PONER CRIADA O ENTRAR A SERVIR


Este fin de semana estuve de congreso. Casi todos los que pasan por aquí, también han sufrido el congreso por tuits. Que andaba yo con el dedo inquieto sobre el teclado.


Mucha información, muchos frentes se han abierto. Ahora toca digerirlo, absorberlo e integrarlo en la práctica profesional diaria.

Porque hoy, con tanta tormenta de nuevas ideas, no se si sólo saludar y abrazar a mis pacientes. Hacer el tratamiento como lo hacía el jueves, o pasar encuestas sobre si catastrofizan las cosas o adivino, según otra clasificación, la posibilidad de mejora con el tratamiento o no. Tampoco se si llamar a la unidad del dolor más próxima para que coloque mis TENS (¡los electrodos que tengo no son como los de la foto y no se qué hacer!).

También puedo cerrar el departamento y ponerme como una loca a revisar las historias médicas y ver cómo tienen el tálamo y si sus neuronas son aferentes, eferentes, o no tienen resolvinas suficientes. Puede que me retire a un despacho remoto, a meditar si soy bayesiana o todo lo contrario.

Pero lo que está claro es que el congreso ha revuelto muchas cosas en mi cabeza. Que me ha puesto las pilas y ha despertado ganas de investigar, leer, replantear, modificar, convencer, intentar... En una palabra AVANZAR.