viernes, 14 de diciembre de 2012

JESUSITO DE MI VIDA


- "Jesusito de mi vida, eres niño como yo. Por eso te quiero tanto y te doy mi corazón. Tómalo. Tómalo. Tómalo. Tómalo. Tuyo es y mío no -Aurora coge aire-. Los amantes de Teruel... Tonta ella y tonto él. Jesusito de mi vida, eres niño como..."


¿Os imagináis pasar revisión traumatológica, en el hospital, a una mujer que presenta esta verborrea constante? Y si digo constante, es constante. Salvo si duerme. Ah, y le podéis añadir una fuerte hipoacusia que hace que las preguntas tengan respuestas, como poco, sorpresivas.

Así no hay quien valore la evolución de una intervención de cadera, más allá de la radiografía y el visionado de la cicatriz. Porque, ya lo imagináis, Aurora también tiene un deterioro cognitivo tipo Alzheimer. Todo junto es un cóctel molotov, que dinamita cualquier exploración por una persona ajena a ella.

Si, porque el que la conoce, sabe que presenta cambios en sus frases verborréicas, cuando la incorporas cuatro veces y le haces cargar sobre la pierna operada. Sabes que el gesto facial le cambia. Que te coge las manos y te las besa, para que no la levantes. 

Entonces, no te vale que venga de la revisión con un "dice el médico que la fractura está bien. Que no entiende por qué no está caminando".

Aurora es más que una cadera rota y operada. Es más que una paciente con Alzheimer. Es todo eso y más. La comunicación interprofesional ayudaría. Aurora logra participar en su tratamiento -algo vital-, pero nos bloqueamos en la puesta en carga. No es que no quiera porque no quiere, es que le pasa algo. Y El tratamiento del traumatismo, pero a nivel de tejidos blandos, está solucionando el problema.

Así que la próxima vez que miremos un anciano, a través de su radiografía, recordemos que esos huesos tienen otros tejidos a su alrededor, que también se golpearon, que también se operaron, y que también saben doler muy bien. 

Y más allá todavía. Esa cadera se llama Aurora y tampoco baila.