Hace un rato, me contaba una amiga que su padre no es el mismo. Ahora corre que se las pela, sube cuestas, duerme menos, está más activo. Una joyita vamos. Y eso que va para mayorzote. Porque lo de rejuvenecer sólo pasa en algunas películas y obras de teatro.
¿Qué le ha pasado al padre de mi amiga? Pues que le han puesto un marcapasos. Y todo lo que era pensar " Ya voy viejo" era una automentira. Apoyada por el "ya vas mayor" y el "¿qué esperas? viene con los años".
Cada vez más cansado, cada vez más horas de siesta y más tardes de tele. Poco a poco se fue recortando él, justificandose. Cada noche daba la razón a los que decían que son cosas de la edad y que hay que resignarse.
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Pues no. No señores. La vida de los mayores no es enfermedad. No es un montón de contínuos y bruscos recortes. Hay que escuchar al cuerpo y hacer las pruebas necesarias. No regateemos en la consulta, ni zanjemos nuestro trabajo con ellos. No perdamos la perspectiva. Tiene derecho a un buen diagnóstico y una buen tratamiento.
Recordar: envejecer no es una enfermedad.