De todos es sabido, y sufrido, que cuando dos estamentos profesionales trabajan juntos, con un mismo cliente y/u objetivo, los limites entre las atribuciones puede ser algo ambiguo o borroso. El "¿A quién le toca hacer eso?" Genera más de un problema - y de dos -. Pudiendo llegar a instancias superiores temas realmente absurdos. Sobretodo si nos referimos a tareas rutinarias, sin brillo y esplendor, pero necesarias.
Considero esto una falta total de profesionalidad, de ética, de pundonor tanto con respecto a la profesión, a nosotros mismos y al usuario.
¿Cómo podemos hacerle pagar al paciente los platos rotos de las desavenencias?
Al grito de "Eso es tarea tuya" emitido por las dos partes, ambas dejan de hacerlo. Ala, pues no se hace y tan felices ¿El paciente?¡Que le den!
Esa es la triste historia de muchas instituciones. Nos morimos antes que ceder. Antes que hacer una cosa si posiblemente no es nuestra. Primero que me lo demuestren -o me obliguen por escrito- y después ya lo haré.
¿No sería más fácil hacer las cosas de otra manera? Realmente no cuesta tanto. Sólo tenemos que empezar por dejar de ser tan negativos y pasivos. O, por lo menos dejar que, los que lo intentan, lo intenten sin tener nuestra negatividad arrastrándose detrás de ellos.
Si no vas a ayudar, calla y quítate.
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